Buena pregunta...
Todos los años cambio el blog y no he sido capaz todavía de completar el apartado dichoso...
No es que sea tímida, tan sólo es que a veces me da un poco de vergüenza.
Si bien me podéis poner cara en los mercadillos sé que cuando os vayáis a casa se os va a olvidar mi cara.
Os cuento unas cosillas de mi, así a grandes rasgos.
Vivo en Alcalá de Henares por amor, si, por amor y es una historia tan bonita que pocas personas la conocéis (porfa guardad el secreto un poco más hasta que me anime a contarlo) que bueno, si me jaleáis un poco me vengo arriba y os lo suelto.
Como iba diciendo....Vivo en Alcalá de Henares y la siento mi casa, Madrid es maravilla pura. Tanto que bajo de casa y me caigo en el Palacio Arzobispal....no digo más.
Llegué un día 24 de diciembre a tierras españolas desde mi Argentina natal y ya no regresé. Siempre digo que la culpa de que no nos queramos ir es de los madrileños que nos tratan tan bien, que no nos queremos ir.
Y si, mi amor por Madrid fue instantáneo, según puse la patita en Barajas sentí que este era mi lugar en el mundo y así seguimos casi once años después igual de enamorados...
En Buenos Aires me iba todo lo bien que le podía ir a una chavala muy echada palante y curranta, que un día mandé a la porra un trabajo en una empresa automotriz y me lancé a la aventura de emprender. Diseñaba camisetas, las bordaba a mano y las vendía a las grandes marcas en los centros comerciales.
Hija única, más protegida que el oro del Vaticano por mi mamá que hizo siempre de mamá y papá a la vez, porque mi papá falleció cuando era pequeña.
Pero a lo que iba...parte imprescindible de la vida es sortear obstáculos y aprender de la experiencia que nos arroja así que un día terminé presentándome en un concurso de jóvenes escritores.
El premio era poder publicar un cuento corto o relato en una antología Homenaje a Pablo Neruda, y yo que no me achico ante nada le dí a enviar...
Como era un concurso organizado por el diario de mayor tirada en toda Argentina la verdad es que no le dí importancia porque estaba segura que no me iban a seleccionar, cuando a la semana de cerrar me mandan un e-mail de finalista. Casi muero. Me decía un tal Pablo que tenía que ir a las oficinas de la editorial a hablar con los editores y me entró un canguelo potente...
Tal que fuí y salí con mi recién estrenado título de Escritora finalista en Antología homenaje a Pablo Neruda...Creo que nunca llegué a casa tan rápido y tan eufórica.
Con mi contrato firmado y un montón de regalitos me sentí una afortunada.
Desde ese día me gusta contar historias, da igual si son propias, ajenas, soñadas o una mezcla de todas.
Por eso Una Maleta de Ropa este año va a tener más cosas mías, porque quiero contaros quien soy a través de UMDR.
Nos vamos a divertir creando, usando y saliendo de gira con la maleta llena de un montón de diseños bonitos que componen la #familiaUMDR.
¿Nos vamos de viaje?
Bueno, ya está, ya me habéis puesto cara, ahora a darle caña a los comentarios, que no os voy a dejar pasar el quedaros calladas!
Gabriela
Todos los años cambio el blog y no he sido capaz todavía de completar el apartado dichoso...
No es que sea tímida, tan sólo es que a veces me da un poco de vergüenza.
Si bien me podéis poner cara en los mercadillos sé que cuando os vayáis a casa se os va a olvidar mi cara.
Os cuento unas cosillas de mi, así a grandes rasgos.
Vivo en Alcalá de Henares por amor, si, por amor y es una historia tan bonita que pocas personas la conocéis (porfa guardad el secreto un poco más hasta que me anime a contarlo) que bueno, si me jaleáis un poco me vengo arriba y os lo suelto.
Como iba diciendo....Vivo en Alcalá de Henares y la siento mi casa, Madrid es maravilla pura. Tanto que bajo de casa y me caigo en el Palacio Arzobispal....no digo más.
Llegué un día 24 de diciembre a tierras españolas desde mi Argentina natal y ya no regresé. Siempre digo que la culpa de que no nos queramos ir es de los madrileños que nos tratan tan bien, que no nos queremos ir.
Y si, mi amor por Madrid fue instantáneo, según puse la patita en Barajas sentí que este era mi lugar en el mundo y así seguimos casi once años después igual de enamorados...
En Buenos Aires me iba todo lo bien que le podía ir a una chavala muy echada palante y curranta, que un día mandé a la porra un trabajo en una empresa automotriz y me lancé a la aventura de emprender. Diseñaba camisetas, las bordaba a mano y las vendía a las grandes marcas en los centros comerciales.
Hija única, más protegida que el oro del Vaticano por mi mamá que hizo siempre de mamá y papá a la vez, porque mi papá falleció cuando era pequeña.
Pero a lo que iba...parte imprescindible de la vida es sortear obstáculos y aprender de la experiencia que nos arroja así que un día terminé presentándome en un concurso de jóvenes escritores.
El premio era poder publicar un cuento corto o relato en una antología Homenaje a Pablo Neruda, y yo que no me achico ante nada le dí a enviar...
Como era un concurso organizado por el diario de mayor tirada en toda Argentina la verdad es que no le dí importancia porque estaba segura que no me iban a seleccionar, cuando a la semana de cerrar me mandan un e-mail de finalista. Casi muero. Me decía un tal Pablo que tenía que ir a las oficinas de la editorial a hablar con los editores y me entró un canguelo potente...
Tal que fuí y salí con mi recién estrenado título de Escritora finalista en Antología homenaje a Pablo Neruda...Creo que nunca llegué a casa tan rápido y tan eufórica.
Con mi contrato firmado y un montón de regalitos me sentí una afortunada.
Desde ese día me gusta contar historias, da igual si son propias, ajenas, soñadas o una mezcla de todas.
Por eso Una Maleta de Ropa este año va a tener más cosas mías, porque quiero contaros quien soy a través de UMDR.
Nos vamos a divertir creando, usando y saliendo de gira con la maleta llena de un montón de diseños bonitos que componen la #familiaUMDR.
¿Nos vamos de viaje?
Una tarde de paseo en la Casa Rosada (cuando no tenía rejas...) |
Una tarde cualquiera en Villa Devoto |
En casa de mi prima Mabel y atacadas de la risa |
Y esta soy yo ahora, el día que adopté a mis terremotos |
Gabriela